Editorial para el CAM-CCBC del Manual Antirracista de Djamila Ribeiro

La opción política de los movimientos antirracistas para contar una historia de lucha por la libertad de casi cuatro siglos fue designar el día 20 de noviembre como “Día Nacional de la Conciencia Negra”. Esta fecha recuerda el día de la muerte de Zumbi, líder del Quilombo dos Palmares, el más importante espacio de resistencia antiesclavista de la historia de Brasil.

Recordar esta fecha en detrimento del 13 de mayo de 1888, día de la abolición institucional de la esclavitud en el país -el último de las Américas en ser abolido- es poner de manifiesto el protagonismo de personas negras.          En una famosa conferencia en Ted Talk, que luego dio título a un libro, la investigadora y escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie destacó “el peligro de la historia única”.

Para la autora es fundamental que la historia de personas negras sea contada por ellas mismos, en primera persona, para no correr el riesgo de que la narración quede incompleta o peor aún: llena de estereotipos, que casi siempre categorizan a un grupo étnico-racial en el poder y al otro en la esfera de la deshumanización.

La ideología occidental del emblanquecimiento acordada por Brasil dio lugar a un trágico escenario de desigualdades donde la blancura ostenta la hegemonía del habla, de la producción intelectual y de la configuración política, económica, jurídica, estética y afectiva. Esta “blancura” en los ambientes públicos arroja luz sobre lo que Cida Bento denominó el “pacto narcisista de la blancura”, donde los sujetos son considerados superiores a las personas racializadas.

El “mito de la democracia racial”, fuertemente difundido por Gilberto Freire y otros autores, en el que se suponía que blancos y negros estaban en igualdad de condiciones, refuerza la idea de meritocracia, incluso cuando los puntos de partida de esta carrera parten de lugares desproporcionados.

El sector de las ADR no está exento de las complejidades étnico-raciales, como hemos visto en el famoso caso de arbitraje internacional del rapero y empresario Jay-Z, cuya autonomía de la voluntad se vio frustrada al intentar identificar un árbitro negro en la lista institucional de la AAA, respetando la neutralidad y la experiencia.

Por lo tanto, la lectura del “Pequeño Manual Antirracista” de Djamila Ribeiro no es sólo una invitación, sino también un compromiso de cada colaborador del CAM-CCBC/CCBC, ya que el libro propone una reformulación práctica de comportamientos, permitiendo a las personas blancas identificar su lugar de privilegio. Estamos juntos en el desarrollo de espacios más inclusivos, valorando la diferencia de cada uno como riqueza.

¡Buena lectura!

Haydée Soula Fiorino Paixão y Monique Rodrigues do Prado